El mercado marginalista de la electricidad en España
Desde el pasado mes de marzo, el precio del mercado diario de la electricidad español ha pasado de los 40€/MW a los 188€/MW, registrados el pasado 16 de septiembre.
En los últimos tiempos no era habitual que el precio del mercado de la electricidad ocupara tantos minutos en los medios de comunicación, pero lo cierto es que una subida del 123% desde el 1 de junio, sin tener en cuenta el incremento de los peajes y cargos del sistema eléctrico, dan mucho de qué hablar.
Si bien es cierto que la situación es difícil de explicar, el punto de partida a la explicación del problema actual radica en el funcionamiento del mercado eléctrico español. La forma de funcionamiento del mercado eléctrico español es bastante parecida al que utilizan la mayor parte de países de la UE, el denominado sistema de casación marginalista.
Este sistema ha funcionado sin sobresaltos durante muchos años, pero conviene explicar los puntos débiles de su funcionamiento, que salen a la luz en momentos críticos como el actual. Por ello, nos atreveremos a indicar las claves que nos permitan entender qué está pasando, y porqué. La solución al problema no es tan difícil de hallar dado que depende de factores externos de gran calado, tanto políticos como económicos.
Mercado marginalista: ¿Qué es y cómo funciona?
El mercado español se caracteriza, como en todos los mercados, por tener dos tipos de participantes: compradores de energía y vendedores de energía, la regla clásica de la oferta y la demanda. Si lo extrapolamos a la jerga del sector, los vendedores son todos aquellos generadores de energía que ofrecen distintas fuentes de energía a diferentes precios, y la demanda se compone de comercializadoras y otros agentes que acuden al mercado para adquirir energía para satisfacer sus compromisos con sus clientes.
Una vez identificados los participantes, conviene indagar en el funcionamiento del mercado. Si nos fijamos en los vendedores, cada uno de ellos ofrece una cantidad de energía a un precio determinado, y este proceso se repite 24 veces en un día, es decir, para cada una de las horas del día.
Uno de los elementos fundamentales es saber la cantidad de energía que se va a consumir, porque una de las características de la demanda es que producción y consumo deben ir alineados.
Una vez conocida la energía a consumir, las ofertas de venta de energía deben seguir un orden determinado: se ordenan de forma ascendente por precio. Aquí conviene destacar que habrá vendedores que entrarán a ofrecer gratis su energía y otros que entrarán con un precio elevado.
Y todo depende del tipo de fuente de energía ofrecida: la nuclear puede generar muchísima energía de forma continuada, pero sufre cuando hay parones. Por ello, estarán interesadas en vender toda su producción y por ello entran en el mercado a precios bajísimos, con el fin de asegurarse que venden toda su producción. En el grupo anterior también encontramos a las energías renovables (eólica, fotovoltaica), cuya prioridad es entrar siempre dado que sus costes de producción son relativamente bajos.
Sin embargo, también toca analizar aquellas fuentes de energía que funcionan de forma inversa a las anteriores, las denominadas fuentes flexibles. Estas fuentes de energía tienen capacidad de encendido y apagado sin incurrir en grandes costes, y ayudan a completar la demanda de energía en cada momento. Dentro de este grupo encontramos los ciclos combinados de gas y otras fuentes, como la hidráulica.
Y de esta forma, se va dibujando una curva ascendente y ordenada por precios de menor a mayor.
Una vez analizados los vendedores, las ofertas de compra de energía también son variables, y dependen en gran medida de dos factores: (i) si el día es festivo/laborable y (ii) las condiciones medioambientales. También sucede que hay momentos en que los compradores estarán dispuestos a pagar la energía al precio más alto posible (por ejemplo, comercializadoras que necesitan asegurar el suministro de sus clientes).
No obstante, la curva de la demanda también va a tender a la baja (no todos los compradores estarán dispuestos a pagar por la energía a un precio elevado) y las ofertas se ordenarán de forma descendente, por precios de mayor a menor. Y el resultado de esta ecuación, es el cruce entre la curva de los vendedores y la curva de los compradores, por todas y cada una de las horas del día.
Pero…¿y el precio?
Hasta el momento hemos identificado los participantes del mercado, la configuración de las ofertas y el cruce entre ellas, pero no hemos hablado del precio.
Pues bien, el precio en el mercado marginalista viene determinado por el precio al que se cruzan las curvas de oferta y de demanda de energía, el denominado precio de casación, así de sencillo.
Si recordamos, habíamos dicho que los generadores podían entrar a vender prácticamente gratis la energía en el mercado. Lo que no se había dicho es que el mercado paga a todos los vendedores que se encuentren dentro de la curva al precio de casación. Por ejemplo, si el precio de casación es de 60€/MW y un generador nuclear entró a 5€/MW, no recibirá esos 5, sino que el mercado le pagará los 60€. Y esto se repetirá con todas y cada una de las ofertas de venta.
Del mismo modo, un comprador que se prestó a comprar energía a 180€, la acabará pagando al precio de casación también. Y de esta forma, se equilibra el mercado.
¿Y dónde está el problema?
El problema aparece cuando la última fuente de energía que cierra la curva de la oferta (normalmente los ciclos combinados de gas) entra a un precio excesivamente elevado. Este precio de cierre se arrastra a todas y cada una de las ofertas de venta del mercado, y en este punto aparecen los perjudicados y los beneficiados: los perjudicados, obviamente serán los compradores de energía, que se verán obligados a comprar al elevado precio de casación, y los beneficiados, serán todos y cada uno de los generadores de energía a los que se les pagará al precio de casación.
Pero nos preguntaremos, ¿por qué el ciclo combinado entra tan caro y provoca todo este problema? La respuesta la encontramos en la materia prima que utilizan para generar energía, el gas.
En este punto debemos tener en cuenta que España es importador de gas y es muy vulnerable a la variación de precios. Al depender en todo momento de las circunstancias de mercado, ante una subida de precio, el coste de producir energía con gas será más elevado. A pesar de ello, debemos recordar que es la fuente de energía flexible por excelencia, de la que dependemos en muchas ocasiones para completar el programa diario de energía.
Además, debemos tener en cuenta que al quemar gas, se emite CO2 por el que se debe pagar los derechos de emisión. El precio de estos derechos también se ha multiplicado por seis en un solo año. El problema del ciclo combinado es evidente, y es que hay una situación de dependencia energética del exterior, y poco podemos hacer.
No obstante, el punto crítico de todo lo comentado es el hecho de que algunos generadores se aprovechan de las reglas de funcionamiento de mercado al enriquecerse con los precios de casación por las nubes. Deciden entrar con todo en el mercado, conocedores de que el precio de casación será elevado y podrán obtener grandes plusvalías. De hecho, la hidráulica ha estado en el punto de mira por este aspecto, así como las grandes eléctricas encargadas de su gestión.
Este es el factor preocupante y al que los poderes públicos deberían poner el foco: revisar las reglas del juego para evitar que los participantes hagan trampas.