Las tres modalidades principales para financiar una inversión en eficiencia energética
El hecho de tener que acometer una inversión es, con mucha diferencia, la principal objeción que muchas empresas observan a la hora de tomar la decisión de apostar por la eficiencia energética en sus instalaciones. Sin embargo, actualmente existen múltiples formas de financiación que se adaptan a las distintas situaciones financieras que puedan tener las empresas.
La eficiencia energética, además de contribuir en el desarrollo sostenible y el medio ambiente, debe ir dirigida a reducir los costes energéticos de las empresas. Por ello, las formas de financiación más rentables deben ser aquellas en las que el beneficio económico sea suficiente como para compensar la totalidad o parte del coste de la inversión.
A continuación expondremos las ventajas e inconvenientes de los mecanismos de financiación que GSE Eficiencia energética ofrece en la implantación del Protocolo de Eficiencia Energética: sistemas de control, sistemas de automatización, instalaciones solares fotovoltaicas para el autoconsumo o generación, así como otros elementos de mejora continua.
1. Inversión directa
En la propuesta financiera de pago estándar, el cliente paga el 100% de la instalación mediante los recursos propios de los que dispone.
La ventaja del pago al contado reside en que la inversión no lleva ningún tipo de carga financiera (comisiones, interés), de forma que el retorno de la inversión será menor que en otro tipo de formas financieras.
Este tipo de financiación es muy recomendable para aquellas empresas que necesiten poner en circulación recursos propios. En esta tesitura, la inversión dejará de computar como beneficio para pasar a ser una inversión en activos.
2. Financiación tradicional
En segundo lugar, el cliente puede recurrir a los mecanismos tradicionales de financiación bancaria, entre los que destacan el préstamo. En este escenario, el cliente no desembolsa la totalidad de la inversión, sino que suscribe un contrato con una entidad financiera por el cual será esta la encargada de depositar dicha inversión. A cambio, el cliente deberá pagar de forma fraccionada el importe con los intereses correspondientes durante el periodo de tiempo acordado.
En este escenario, el cliente será sometido a un control de riesgos por parte de la entidad financiera. Por ello, la concesión de la financiación dependerá de la situación económica de cada empresa.
Desde un punto de vista jurídico, el cliente incorpora el activo en su patrimonio, a pesar de que haya sido la entidad financiera la encargada de acometer la inversión.
Este tipo de financiación es recomendable si el cliente puede conseguir buenas condiciones financieras con su entidad de crédito (tipos de interés muy bajos, sin comisiones), y siempre y cuando la inversión sea relevante.
No obstante, es desaconsejable recurrir a esta modalidad porque puede restar capacidad de endeudamiento a la empresa. Esta capacidad es necesaria para que las empresas funcionen en su día a día, y el hecho de recurrir a ella para invertir en eficiencia energética puede llegar a convertirse en un problema.
3. Renting tecnológico
Una de las modalidades más utilizadas en la financiación de elementos de eficiencia energética es el renting tecnológico. Bajo esta modalidad, la entidad propietaria de la instalación cobra del cliente un alquiler durante un tiempo determinado. Una vez finalizado dicho periodo, se valora el activo y el cliente puede adquirirlo, normalmente por su valor residual. Por ello, en esta forma el cliente no será propietario del elemento hasta que ejecute dicho valor residual.
La principal ventaja para el cliente es que la inversión computa como un gasto más en la cuenta de pérdidas y ganancias. De esta forma, el usuario no pierde capacidad de endeudamiento.
Por otro lado, el usuario gozará de beneficios fiscales. Las cuotas del elemento, al estar afectas a la actividad de la empresa, serán fiscalmente deducibles y podrán ser desgravadas como cualquier otro gasto afecto a la actividad.
Al igual que en la financiación tradicional, el hecho de recurrir al renting tecnológico conlleva asumir un coste financiero, de forma que el plazo de recuperación de la inversión será más largo que el pago al contado.
Esta forma de financiación es recomendable tanto en equipamientos de coste reducido como en grandes inversiones. Además, según las condiciones pactadas, suele ser la entidad propietaria del equipo la encargada de prestar los servicios de mantenimiento durante el periodo del contrato.